¿QUIÉN ES ESTE DIABLO?

sábado, abril 30, 2011

- EL CÓDIGO DE LA VICHY -

- CAPÍTULO I -


Una fría mañana del mes de agosto Juanito Lambón, hermanastro en segundo grado colateral de un conocido actor norteamericano protagonista entre otras de la serie televisiva “Autostopista en celo”, cocinaba uno de sus innumerables manjares: sopa de letras impagadas.

Llegado el momento culmen de su obra Juanito se percató que se le había agotado el ingrediente secreto de tan suculento plato, el agua mineral con gas. Así que tras aprovisionarse de unas cuantas fichas de casino, ya que era un adicto al dinero de plástico, se dirigió al supermercado más próximo a por el líquido elemento gaseoso.
“La Ubre”, que así se llamaba el hiper en cuestión, pertenecía a una cadena internacional de establecimientos públicos dedicados a la venta ambulante de productos de primera necesidad, tales como abono para plantas de plástico, repuestos para alcachofas de ducha, champú anticaspa para vehículos de tracción animal y bebidas gaseosas de todo género, sabor, color y olor.

Tras entrar en el recinto por la puerta del servicio y girar a la derecha, Juanito cruzó la charcutería para vegetarianos, la bombonería para diabéticos y la óptica para ciegos, alcanzando el pasillo de las bebidas alcohólicas, gaseosas y erótico-deportivas. Allí, en una recóndita estantería del fondo encontró el último recipiente del agüita que había venido sorbiendo desde su más tierna infancia, cuando su progenitora decidió sustituir en sus biberones el agua del pozo de toda la vida por la gasificada, evitando, de este modo, tener que pasar por el desagradable trance de golpear la joroba de su retoño hasta conseguir el eructito de rigor.

Sin pensárselo dos veces, Juanito asió el porrón ergonómico fabricado en pvc, reciclable y reutilizable, de veinticinco litros y cuarto y se dirigió raudo y veloz hacia la caja número 13. Allí le aguardaba Sofía Nivea, ingeniera agrónoma titulada por siete de las mejores universidades de América Central y cajera de supermercados en sus ratos libres, hija política del inventor de la crema solar con sabor a huevo y pan rallado, que aprovechaba la ausencia de clientes para terminar de depilarse las corvas con la única ayuda de la cinta mecánica de su caja registradora.

Al percatarse de la presencia de Juanito, Sofía con la ayuda de sus brazos, otrora musculados por la práctica asidua del levantamiento de piedras pómez, elevó sobre sus hombros aquel inmenso porrón de agua con gas, pasándolo en repetidas ocasiones por debajo de un secador de pelo desenchufado, que hacía las veces de lector de infrarrojos de códigos de barras. A pesar del sobrehumano esfuerzo realizado por Sofía, por causas ajenas a su voluntad no pudo conseguir que sonase el pitido tan característico en aquellas latitudes. Así que, tras inspeccionar el contorno perimetral del porrón en cuestión, le dijo a Juanito:

-¡Este artículo no tiene código de barras!.

Al escuchar aquella truculenta voz y contemplar el semblante de la cajera, Juanito únicamente fue capaz de articular la misma respuesta que había usado hacía años, cuando su padre le había pillado mingitando en su acuario de peces tropicales:

-Yo no fui.

Tras rascarse nerviosamente el colodrillo, Sofía exclamó:

-¡Por esta vez que pase, pero me he quedado con su cara!

Dicho esto, aproximó sus protuberantes bembas a una pera-melón o pepino dulce que hacía las veces de micro de ambiente y exclamó:

-¡Atención Somelier!, ¡Atención Somelier!, Necesito el código de barra del porrón de veinticinco litros y cuarto de agua Vichy para la caja 13. El código de la Vichy para la caja 13....

(Continuará.... quizás...)

1 comentario:

Durrell dijo...

Me encanta este relato, es buenísimo.