Yakasi Lotengo, llegaba tarde a una cita con una de sus amigas de Tokio, así que esta joven nipona, aprovechó el tiempo mientras estaba en un servicio público para enviarle un SMS y avisarle de su retraso.
Sin embargo, el cruel destino le tenía preparada a esta buena mujer una prueba muy díficil de superar. Yakasi tuvo tan mala suerte que, el teléfono móvil acabó cayéndose por el agujero del retrete público. (Conviene aclarar que el modelo de inodoro asiático es un "simple" agujero en el suelo, nada que ver con el diseño occidental).
Yakasi, deseseperada, intentó rescatar su preciado móvil de las turbulentas aguas del retrete, pero sin éxito. Sin embargo, el destino le tenía preparada otra desagradable sorpresa, ya que su desgracia no acabó ahí. Su brazo quedó atrapado en el interior de la cloaca cuando lo introdujo para sacar su móvil.
Tan vergonzosa era la situación en que se encontraba que Yakasi optó por no pedir auxilio en el acto, luchando con todas sus fuerzas por escapar de su mortal captor. Sin embargo, al ver que era incapaz, por sí sola, de liberarse, se vio obligada a gritar a los cuatro vientos que le sacaran de ese retrete.
A su rescate acudieron el cuerpo de bomberos, la policía montada del Japón y un heladero que pasaba por allí. (En la instantánea que ilustra este artículo aparece el heróico heladero en pleno acto de servicio). Tuvieron que desmontar toda la cabina, romper con un martillo neumático el hormigón de alrededor del inodoro y finalmente, conseguir desmontarlo.
Tras ocho larguísimas horas de intenso y sufrido rescate, así como de inhalación de olores nauseabundos, Yakasi cayó desmayada.
Ya lo decía Confucio: "Cuando te dispones a evacuar/mejor no te pongas a marcar/ y si con el trajín algo se te cayera/mejor deja que el agua corriera"
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